sábado, noviembre 08, 2008

Auge de construcción amenaza identidad de Buenos Aires

Por Karina Grazina

BUENOS AIRES, nov 7 (Reuters) - Los altos y modernos edificios que emergieron en años recientes en la ciudad de Buenos Aires ostentan el fuerte crecimiento económico que vivió Argentina en el último lustro.

Pero para muchos vecinos son la evidencia de la destrucción de gran parte del patrimonio histórico de la ciudad, en manos de empresarios que sólo buscan hacer buenos negocios.

"Día a día está desapareciendo la historia, la cultura, la tradición, eso que nos da nuestra identidad", dijo Gustavo Desplats, que vive en una casa en Caballito, uno de los barrios más tradicionales de Buenos Aires, y lidera un grupo que protesta contra el avance de las grandes torres.

"Nosotros somos porteños (nacidos en la ciudad de Buenos Aires) por transitar una ciudad que tiene unas características especiales y con esto estamos perdiendo nuestra alma", agregó.

Desplats vive en una casa de estilo Tudor que construyó su bisabuelo a principios del siglo XIX. Quedó encerrada entre dos edificios, como muchas otras de la zona.

"Este es el botón de muestra de lo que está pasando en cada manzana de Caballito. Caballito tiene 357 manzanas aproximadamente, en cada manzana se construyeron por lo menos dos edificios", explica Desplats, mientras mira por la ventana de su casa, desde donde antes sólo veía cielo.

La construcción creció con fuerza desde el 2003, mientras la economía se expandía a tasas superiores al 8,5 por ciento anual.

Entre enero y septiembre creció un 7,6 por ciento, en comparación con el mismo período del año anterior.

Buenos Aires autorizó en la última década la construcción de 2,5 millones de metros cuadrados por año. Los críticos del desarrollo arquitectónico de la ciudad dicen que las nuevas edificaciones están avanzando desmesuradamente y que Buenos Aires está a expensas de la codicia de los inversores.

"El dinero encausado a la ganancia va llenando de edificios la ciudad. Los que proyectan no son arquitectos sino los 'brokers' inmobiliarios", dijo el arquitecto y escritor Rodolfo Livingston.

Pero el Gobierno de Buenos Aires asegura que busca un equilibrio: preservar la ciudad pero sin paralizarla.

"Queremos rescatar la esencia de la ciudad y conservarla, lo que no quiere decir congelar la ciudad, congelar todo. Pero sí que los cambios y las transformaciones no sean traumáticos", dijo Mónica Giglio, consejera del Plan Urbano Ambiental del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

CADA VEZ MENOS EUROPEA

En los últimos dos años se multiplicaron las protestas de vecinos contra las grandes torres y, como en Caballito, en muchos barrios se formaron agrupaciones vecinales para concretar acciones de reclamo.

"Buenos Aires recién ahora empieza a tener edad como para valorar esto. No tenemos arquitectura muy antigua nosotros como ciudad", explicó Antonio Ledesma, director general de Interpretación Urbanística del Gobierno de la Ciudad.

"En Europa, este proceso se dio mucho antes. Hace apenas 30 años acá había edificios de 50 años, que eran muy contemporáneos y la gente los tomaba como una cosa muy cercana. Ahora que esos edificios tienen 80 años se empiezan a valorar", agregó.

Buenos Aires siempre fue conocida por ser "un pedazo de Europa en Sudamérica", por la gran cantidad de construcciones de arquitectura española, italiana, inglesa y francesa.

En las distintas partes de la ciudad pueden reconocerse huellas de las distintas tendencias arquitectónicas que predominaron en las sucesivas épocas, según las influencias.

El casco histórico se encuentra en los barrios de San Telmo y Monserrat y se convirtió en los últimos años en uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad.

"En Buenos Aires quedan muy pocos edificios de la colonia española. San Telmo se salvó milagrosamente. Le Corbusier quería tirarlo para hacer torres. No le interesaban mucho los humanos", dijo Livingston.

El arquitecto suizo, nacionalizado francés, Le Corbusier, uno de los proyectistas con mayor influencia en siglo XIX, fue a Buenos Aires en 1929 para dar una serie de conferencias y dejó su sello en el desarrollo local.

Desplats y tantos otros vecinos desafían el mandato de Le Corbusier y aseguran que no se van a mover del barrio.

"Vivimos acá hace más de 130 años. Esta casa fue hecha por mi familia, para mi familia. Obviamente Caballito no es lo que fue y no lo va a volver a ser, pero eso no me ha hecho por ningún motivo pensar en mudarme. Por eso nuestra lucha es tratar de cambiar este modelo", dijo Desplats.

"Haremos todo lo posible por subsistir", agregó.

(Reporte de Karina Grazina, buenosaires.newsroom@reuters.com; +54 11 4510-2530; Reuters Messaging: karina.grazina.reuters.com@reuters.net; editado por Paulina Modiano, Mesa de Edición en español, +562 437 4406))

REUTERS KG PM


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