Arquitecto, investigador y académico reconocido, Schavelzon está a cargo del área de Arqueología Urbana del gobierno porteño. Como funcionario enfrenta a diario el dilema entre preservar el patrimonio porteño y atender las demandas de una metrópolis moderna. Para él, los intereses económicos propios del capitalismo no deben estar reñidos con la cultura del respeto por la memoria y la identidad ciudadanas, porque las grandes ciudades del primer mundo hacen del respeto por su historia un tesoro preciado que atrae turismo y, por lo tanto, divisas. Advierte sobre una tendencia que hará desaparecer en 10 años a los barrios porteños como memoria viva de nuestra identidad e historia.
¿Con qué criterio se decide que un objeto es preservable?
En principio, se requiere que exprese hechos materiales o inmateriales. Si es así, representará la memoria viva de una sociedad y se lo preserva porque es un referente concreto de un momento significativo de nuestra historia y, por ende, hace a nuestra identidad social. De lo contrario, no existirían motivos para considerarlo parte del patrimonio. La preservación en abstracto sólo tiene el sentido de una moda.
¿Hay improntas ideológicas o políticas que puedan definir nuestro patrimonio?
La identidad de una sociedad es múltiple. Por tanto, preservarla requiere de una actitud pluralista que represente a la historia mucho más allá de lo que pensamos políticamente sobre cada momento. Cuando consideramos que algo es preservable, no lo hacemos en virtud de beneficiar la ideología de un grupo o sector, porque entendemos a la sociedad como un complejo formado por una enorme gama de grupos sociales, nacionalidades, etcétera. La preservación debe centrarse en lo que es significativo para todos los grupos sociales o sujetos colectivos.
Bajo la democracia, ¿hubo casos en que se hayan destruido huellas de nuestra identidad por motivos políticos o ideológicos?
Recuerdo cuando se taparon los agujeros de bala que lucían en el frente del Ministerio de Economía tras la sublevación militar de junio de 1955 y que testimoniaban un episodio que no sólo fue una afrenta al peronismo, sino a todos los argentinos. Aquellos agujeros simbolizaban una locura militar y el preanuncio de una barbarie. Entonces, cuando un gobierno los tapa, borra una parte de la memoria urbana. A esos agujeros los visitaban miles de personas, porque eran parte de nuestra memoria histórica.
¿Qué valores patrimoniales mantiene hoy la ciudad de Buenos Aires?
El principal patrimonio es el barrio, que le da identidad al porteño. Me refiero al barrio de calles empedradas, buzón en la esquina, arbolitos cada diez metros, fachadas italianizantes que llenaron la ciudad y casas chorizo modestas y sencillas donde vivían nuestra familias, que representaban la arquitectura del inmigrante que llegó con las manos vacías, que se puso a trabajar, que construyó dos piezas, que después levantó la tercera, que si tuvo dinero edificó una sala adelante con fachada y si no lo tuvo, dejó un patiecito a la espera de tiempos mejores. Todo ello fue clave en la constitución de nuestra historia ciudadana porque representó una forma de vida y el modo en que se construyó la sociedad y el país. En ese contexto barrial, construir torres destruye la memoria y hoy no queda una manzana en la ciudad donde no haya una torre.
Entonces, el barrio sería el patrimonio más valioso y a la vez el más amenazado…
Sí. En especial, la arquitectura modesta; porque –además- carece de normativas que la preserven. Los grandes monumentos se defienden solos; pero, ¿quién defiende a la placita del barrio?
Ante la repavimentación que ejecuta el gobierno surgieron algunas resistencias al levantamiento del empedrado que representaría parte de la historia que menciona.
Probablemente sea cierto que es más caro mantener el empedrado; pero también es costoso vacunar a los hijos o mandarlos a la escuela y uno igual lo hace. El patrimonio es parte del costo social, como lo son la salud y la educación, y afrontarlo no es sólo responsabilidad del Estado, sino de la sociedad, de los ciudadanos.
¿Hay algún barrio porteño que se resista a la desaparición de su patrimonio?
Estadísticamente, el más resistente es Barrio Norte. Según el promedio de demoliciones, en apenas 4 años desaparecerán de Palermo Viejo todas las construcciones anteriores a 1920. Mientras, en Barrio Norte subsisten 150 petit hoteles de esa época y eso le da unos 10 años para que desaparezcan. La tendencia es hacia la transformación absoluta de la ciudad y la desaparición de los barrios.
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