
Somos una ONG cuyo propósito es el estimulo de las herramientas de participación ciudadana con la certeza que esto promoverá una mejor calidad de vida. Nos basamos en la cooperación entre los vecinos a los efectos de potenciar las capacidades generales. Buscando pasar de un conocimiento ingenuo a uno critico. Tanto de el entorno mediato barrial. de la Ciudad, o la Nación.
miércoles, marzo 31, 2010
PARQUE DEL BICENTENARIO

domingo, marzo 28, 2010
El silencio de los negligentes
La aprobación de un régimen de penalidades para sancionar a los depredadores inmobiliarios es una deuda pendiente en la ciudad. La mejor ley de protección patrimonial no logrará detener las demoliciones de edificios valiosos si la destrucción ilegal –habitualmente de noche, durante fines de semana o feriados– no está perseguida y penalizada, o los castigos se aplican muy excepcionalmente y no provocan grandes preocupaciones en sus destinatarios.
Peor aún si las sanciones se limitan a los edificios catalogados, pero nada sucede cuando se destruye un edificio que se encuentra en estudio o protegido preventivamente por haber sido construido antes de 1941.
Cuando hace dos años el Ejecutivo porteño sancionó con la suspensión de la matrícula por un plazo de 15 años al arquitecto involucrado en la demolición de un edificio en la calle Bolívar, todos creímos que las cosas habían cambiado, pero siguen igual... o peor.
La laxitud de la norma que permitió sancionarlo dio lugar a que la Justicia le admitiera una medida cautelar y suspendiera el castigo, hasta tanto se determine en sede judicial si es responsable o no, algo que aún no se ha resuelto. El Ejecutivo recién contestó la demanda hace una semana, lo que demuestra que no hay un gran interés en que avance la causa. En muchos otros casos ni siquiera hay un profesional (ir)responsable a quien perseguir.
La renovada viveza es demoler los inmuebles de adentro hacia afuera y luego, ante el hecho consumado, justificar que el deterioro es irreversible y que el estado del edificio implica un peligro público. Los depredadores han llegado al extremo de convocar a la Guardia de Auxilio para que apuntale los edificios que ellos mismos han deteriorado y recomiende su demolición. Esto sucede porque el régimen de sanciones de la Ley de Patrimonio Cultural, que el Poder Ejecutivo debería haber enviado hace 6 años a la Legislatura, sigue brillando por su ausencia.
El muy buen proyecto que había elaborado la Subsecretaría de Patrimonio Cultural, que proponía incorporar un capítulo sobre el tema en el Código Contravencional y que la propia titular del organismo anunció en las páginas de m2, ha quedado en el olvido. Sus colegas de Desarrollo Urbano se sentaron arriba del expediente y con el largo tiempo transcurrido ya se trata de algo más que un acto de negligencia. El silencio se debe a que en el Ministerio de Fabricar Opositores –como lo denomina con agudeza el editor de m2– no quieren sancionar a los depredadores patrimoniales y menos aún admitir que la Ley de Patrimonio Cultural designa como autoridad sobre la materia y le otorga el poder de policía al Ministerio de Cultura.
Pero lo más grave es que, a la vez que dejan indefenso al patrimonio cultural porteño, al incumplir con la ley, exponen al jefe de Gobierno a una posible imputación por incumplimiento de los deberes de funcionario público.
A esta altura, la Legislatura porteña debería tomar cartas en el asunto y no solamente promover la investigación de las eventuales responsabilidades que les quepan a los funcionarios involucrados, sino también derogar el artículo de la ley 1227 que le ordena al Poder Ejecutivo elaborar ese régimen y trabajar rápidamente para redactar y sancionar un proyecto surgido del propio cuerpo legislativo. Tal vez éste sea uno de los principales desafíos para la gestión que acaba de comenzar el diputado Patricio Di Stefano como presidente de la Comisión de Patrimonio Arquitectónico y Paisajístico de la Legislatura.
miércoles, marzo 17, 2010
¡Cuidado, usted puede ser millonario!
Por Jorge Oviedo
Suponga que compró hace mucho una casa en un barrio apartado. Que al cabo de años la zona mejoró, porque llegó el subte, se hizo un shopping o cosas por el estilo. Tal vez Ud. ya se jubiló, pero se encuentra con que las casas de los alrededores se venden a precios altísimos. Y con que el gobierno de la Ciudad quiere cobrarle impuestos sobre la vivienda como si se hubiera vuelto millonario.
El gobierno porteño dice que quiere valuar los inmuebles según el precio de mercado y actualizarlo todos los años, como pasa con las patentes de los autos ¿Parece lógico? No lo es. El mercado de automóviles es muy distinto al de los inmuebles. Un mismo auto no cambia de valor según el barrio en el que está. Y pasado el tiempo, salvo rarísimas excepciones, sólo se desvaloriza en términos reales y no lo contrario.
¿Por qué proponen algo así Macri y los suyos? Porque están cortos de fondos. Y dicen que no quieren dejar de hacer obras, como si ésos fueran los únicos que pueden recortarse. Nadie, no sólo Cristina, quiere hacer un ajuste, en particular si se tiene sueños presidenciales.
Hay más malas noticias. El mercado de los inmuebles está alterado. Un estudio de la UADE muestra que se necesita el doble de salarios que en 1997 para comprar un metro cuadrado de vivienda. El valor de muchas propiedades no tiene relación alguna con los costos, ni con la capacidad de compra de los que necesitan una propiedad, ni con la renta que se puede obtener alquilándolos. Para decirlo claramente: el valor de las propiedades está enloquecidamente alto.
¿Por qué? En la Argentina de los Kirchner, en la que se confiscaron los ahorros acumulados en las AFJP, con el dólar planchado por una presidenta del Banco Central que prometió mantenerlo alto, con depósitos a plazo en pesos que pierden por goleada con la inflación y boqueteros que vacían como si nada algunas cajas de seguridad, nada parece más seguro que los ladrillos. Y nada parece capaz de abaratar los metros cuadrados, ni siquiera la fortísima recesión de 2009. Dicen los kirchneristas que el Gobierno mejora la distribución del ingreso, pero la vivienda está cada vez más lejos para los asalariados.
En el momento en que más caras están las viviendas, que los bolsillos son erosionados por la inflación que al Gobierno ni le preocupa y la mayor presión impositiva de la historia en la Nación, aparece un proyecto porteño que propone actualizar impuestos según los precios del mercado inmobiliario. ¿Por qué sus autores habrán hecho campaña electoral prometiendo bajar tributos?