Por Aníbal Gotelli (Presidente del Instituto para Pensar Buenos Aires –IpeBA-) Para construir hay que demoler. Y las empresas constructoras, dueñas del boom inmobiliario que actualmente vive nuestra Ciudad de Buenos Aires y muchas de ellas socias, amigas o carapantalla de la actual administración macrista y de su jefe político, necesitan desesperadamente de más y mayor espacio para seguir construyendo sin ton ni son en el paisaje porteño. Torres y más torres, amorfas, sin estilo, sin aire y sin luz, con medianeras pegadas y hasta encabalgadas unas con otras, edificios entrando adentro de edificios, y piletas y otras “amenidades” que casi no pueden usarse por la sombra que le causan los otros edificios vecinos y colindantes. Más torres y las misas cloacas. Más torres y el mismo tendido hidráulico. Más torres y más ocupantes y más cables de televisión por cable surcando de poste a poste, de una vereda a la otra, casi todas las calles de Buenos Aires. Un mamarracho. Eso se está convirtiendo nuestra Ciudad: en un mamarracho. Un mamarracho sin sentido urbano, sin sentido urbanístico, sin planificación, en la que el pensamiento parece haber cedido espacio, definitivamente, a la dictadura de la pura razón mercantil del negocio de la construcción y de la venta inmobiliaria. Una ciudad de edificios amorfos, sin estilo, sin ningún parámetro ordenado en razón de un planeamiento urbano integral. También en materia edilicia, necesitamos una Ciudad que nos contenga a todos pero con respeto, higiene, iluminación, aire, sol y servicios suficientes para todos; pero además respetando aquellas construcciones que tienen alto valor histórico o arquitectónico. Buenos Aires no sólo fue el faro cultural, político, social, económico y comercial de América latina. Nuestra Ciudad fue, además, una de las más bellas, modernas y reconocidas ciudades del mundo por su arquitectura, por el talento de sus arquitectos, ingenieros y decoradores y por tener la mayor y más bella cantidad de edificios, casas, petit-hoteles y palacios de toda América Latina. Sin embargo, nada impidió que la voracidad de inmobiliarias, constructores y carapantallas cercanas al poder macrista se lanzase a demoler todo cuanto se interponga ante su voracidad mercantil. De una vez por todas debemos sustituir el concepto de MÁS por el de MEJOR. No queremos solamente más edificios, sino mejores edificios. No podemos seguir construyendo más edificios con la misma cantidad de cloacas. No podemos seguir construyendo más edificios destruyendo el patrimonio arquitectónico y cultural de nuestra Ciudad. Contrariamente a lo que tendría que haber sido una política estable de protección edilicia del propio estado porteño, fue necesario que varias organizaciones no gubernamentales porteñas se pusiesen al frente de una lucha por rescatar y conservar nuestras construcciones emblemáticas y que una jueza porteña valiente dictase una medida sin precedentes para lograr que las mejores y más bellas construcciones de nuestra Ciudad no caigan víctimas de la demolición. La acción incansable, decidida, tenaz y profesional de asociaciones como “Basta de Demoler” y “Proto Comuna Caballito” entre otras, tornaron posible que la Jueza Andrea Danas, titular del Juzgado Contencioso Administrativo y Tributario Nº 9 hiciese lugar a un recurso de amparo por el que se prohíbe la demolición de edificios construidos antes de 1941 hasta que la Legislatura porteña se avenga a tratar el tema de fondo. No está demás recordar que este año la Legislatura de nuestra Ciudad decidió no renovar una ley que protegía de la demolición a los edificios con valor histórico y cultural de construcción anterior a 1941. Esta medida fue necesaria porque dentro de pocos días, el 31 de diciembre, pierde vigencia la ley 2548 que había establecido un procedimiento especial para la protección de dichas construcciones, y en virtud de ello, corrían peligro unos 140.000 edificios de gran valor arquitectónico, artístico y patrimonial. La jueza Danas a quien tuve el gusto de tratar un par de veces en este último tiempo en algunos encuentros académicos, vuelve a dictar una medida valiente, justa y sobre todo, ajustada al más puro y simple derecho del sentido común. La doctora Danas vuelve a demostrar, una vez más y como en otros casos de protección de menores y de adictos en los que ha dictado sentencias memorables, que cuando la Justicia trabaja, rápido y bien, es la entidad que más y mejor garantiza los derechos de todos los ciudadanos. En este caso, la medida de la doctora Danas ha servido para frenar, al menos por un tiempo y hasta que los legisladores porteños recapaciten y emitan una norma pensada, planificada y sustentable, la destrucción de nuestros mejores y más valiosos edificios. Estamos cansados de vivir en una ciudad llena de placas que recuerda que aquí vivió fulano, aquí vivió mengano, haciendo referencia a próceres del 1800 pero sobre fachadas amorfas de cemento y de cristal recién construidas y que nada conservan del espíritu que anima a nuestros mejores arquitectos, ingenieros y decoradores, quizás de los más reconocidos y requeridos del mundo. Un país como el nuestro, que dio al mundo celebridades de la arquitectura y del urbanismo como Eduardo Sacriste o César Pelli no se merece tener una Capital manejada sin criterio urbano y humanista. Desde nuestro Instituto felicitamos y acompañamos actitudes como las de “Basta de Demoler” y “Proto Comuna Caballito” y destacamos medidas como la dictada por la jueza Andrea Danas, porque sólo con actitudes valientes, comprometidas , geopolíticas y estratégicas a largo plazo, vamos a poder construir entre todos una Buenos Aires mejor. |
Somos una ONG cuyo propósito es el estimulo de las herramientas de participación ciudadana con la certeza que esto promoverá una mejor calidad de vida. Nos basamos en la cooperación entre los vecinos a los efectos de potenciar las capacidades generales. Buscando pasar de un conocimiento ingenuo a uno critico. Tanto de el entorno mediato barrial. de la Ciudad, o la Nación.
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