viernes, mayo 06, 2011

Un barrio en pie de guerra para preservarse de la fiebre inmobiliaria

Los vecinos de Santa Rita se movilizaron ayer por su barrio
06/05/2011 01:40
BAE - Nota - Sociedad - Pág.27

Villa Pueyrredón, un barrio próximo, es uno de los lugares más codiciados por los desarrolladores que, a falta de terrenos premium, apuestan a zonas de clase media.

El sol aún se cuela por las ventanas.
El barrio conserva sus casas bajas y sus 32 pasajes siguen tan verdes como angostos. Así es Villa Santa Rita. Al menos hasta hoy. Pero la sombra del boom inmobiliario, que ya explotó en otras zonas de la Ciudad, amenaza a los vecinos. Ante el avance de estas torres, muchos decidieron salir a la calle. Entre ellos, las 14 familias que viven en el pasaje Guillermo Granville, una peatonal de 100 metros de largo que, en pocos meses, quedará encajonada por dos edificios que crecen en la misma manzana.
Junto a Villa Pueyrredón y Boedo, Santa Rita es uno de los barrios donde posaron su mirada los inversores que apuestan a la clase media.
Según la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos, el costo de la tierra es, en estas zonas menos explotadas de la Ciudad, notablmente menor.
Si bien en los últimos años, la autorización para construir disminuyó en la Ciudad; un informe elaborado por el Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la UADE indica que la tendencia fue la concentración en unos pocos barrios. El vecino Villa Pueyrredón, es uno de ellos.
Los vecinos lo saben. O, según sus palabras, lo sufren. Lo ven cuando alzan su mirada al cielo y y lo escuchan, cuando las palas cavan los terrenos linderos. Por eso intentan frenarlo.
Su reclamo no sólo se multiplicó de boca en boca por el barrio, donde juntan firmas y cuelgan cintas verdes en sus puertas, como señal de oposición.
Llegó a la Legislatura, donde dos proyectos de ley intentan frenar el avance de las torres sobre la avenida Álvarez Jonte. Uno, de Eduardo Epszteyn de Diálogo por Buenos Aires, pide la rezonificación del área para que no se construya más de 12 metros de altura. El otro, del legislador Martín Hourest plantea otorgarle “protección patrimonial” a algunos de sus pasajes, entre ellos el Granville.
Es que el boom inmobiliario no es resultado de un plan de urbanización. “El barrio no tiene infraestructura para soportar este tipo de construcciones”, dice María Cabrejas. Esta vecina del pasaje que supo llamarse “La Puñalada”, también recuerda: “desde noviembre el agua de red no llega en forma suficiente a las casas y en verano, en los días de calor se corta la luz”.
Cuando la ciudad no era la que es, este tipo de construcciones estaban permitidas. Según el Código de Planeamiento Urbano, de 1977, la avenida Álvarez Jonte tiene la certificación C32, lo que significa que ese lugar es un centro comercial de barrio.
Pero por una modificación realizada en el 2000, la certificación pasó a tener FOT libre, esto es, que la altura permitida para construir está en función al ancho de la calle. Jonte permite construir edificios de ocho pisos, aunque limite con un pasaje que no permite más de cuatro.
El reclamo de los vecinos también llegó a la Justicia. El abogado Osvaldo Sidoli, quien también defendió a los habitantes de Caballito en casos similares, presentó un recurso de amparo para que se suspendan las obras hasta que la Legislatura estudie los proyectos de ley. El planteo está en el Juzgado Contencioso Administrativo porteño Nº 15, que aún no se expidió sobre el tema.
Mientras tanto, los vecinos siguen con la difusión. Se movilizan, como lo hicieron ayer por la tarde; reparten volantes y juntan firmas en la esquina de Jonte y Cuenca. Las adhesiones ya alcanzan las mil. “Granville es un pasaje peatonal de una sola cuadra, atravesado por largos canteros con palmeritas, limoneros, damas de noche o higueras, donde todavía podrá encontrar por las tardes niños corriendo una pelota.
No queremos perderlo”, sostienen grandes y chicos.

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