jueves, noviembre 10, 2011

¿Es posible construir con seguridad en la Ciudad de Buenos Aires?



 

La construcción en la Ciudad de Buenos Aires, particularmente en las zonas ediliciamente desarrolladas, es un problema técnicamente complejo, que por distintas circunstancias, no siempre puede desarrollarse con la debida seguridad.
Las razones son múltiples y como todo problema complejo no tiene solución sencilla ni inmediata, requiere en cambio una actuación conjunta y sostenida de autoridades nacionales y municipales, de los profesionales involucrados y de los pobladores de la ciudad.
No es cierto, como se escuchó decir por parte de autoridades del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que la ingeniería es una ciencia exacta. En principio, la ingeniería es algo mucho más abarcativo que la ciencia,  ya que además de basarse en ella, incluye la técnica y el arte. Tampoco es exacta ya que su trabajo se establece a partir de probabilidades de que ocurran ciertos fenómenos, entre ellas la falla de una estructura y la sociedad, a través de sus normas y reglamentos establece esta probabilidad a partir de un equilibrio entre la seguridad deseada y el costo que ello implica. Toda sociedad moderna desarrollada sigue estos principios y nosotros también.
El tema es que para poder encontrar soluciones a los problemas constructivos que se nos plantean, hay que partir de datos ciertos y además disponer y conocer de las técnicas adecuadas para desarrollarlos, recurriendo a todos los conocimientos del arte con que los ingenieros han sido formados. De hecho la etapa de excavación, recalce de muros medianeros y construcción de los cimientos del nuevo edificio es la parte más compleja y delicada en la construcción de un nueva obra y es donde más se ponen a prueba estos conceptos.
Cómo se contrasta esta situación con nuestra realidad. La actividad tal como se desarrolla en la actualidad presenta muchos flancos débiles invalidando parte de estas cuestiones y generando un serio interrogante sobre la seguridad con que finalmente se realizan este tipo de trabajos. Estas debilidades se traducen en los derrumbes que, si bien no son de un número significativo en relación a las obras que se construyen, no deberían ocurrir y de hecho hay que instrumentar todos los recursos disponibles para que no se reiteren.
El profesional que desarrolla el proyecto y la construcción debe necesariamente conocer e interpretar las condiciones que establecen las construcciones linderas. Para ello debe contar con antecedentes de las construcciones linderas, vale decir, planos y demás documentos técnicos que transcriban esa información. La realidad es que en los archivos existentes muchas veces no se dispone de la documentación necesario y/o no reflejan la realidad de lo construido. Este es un aspecto esencial, que no se resuelve fácil ni rápidamente pero que hay que encaminar lo antes posible.
Una tentativa de solución parcial la constituyen los relevamientos que el profesional pueda desarrollar en los predios linderos, lo que desde ya requiere el acceso, mediciones e interpretaciones de lo visualizado, porque mucha de la información valiosa que necesita está oculta, como las columnas dentro de los muros o bajo tierra como son las fundaciones, tensores y otros elementos. Esto que aparece como un paliativo, no siempre es posible de llevar a cabo debido a la negativa de los linderos a facilitar el acceso a su propiedad, sin embargo son datos clave para plantear la solución adecuada.
Adicionalmente están las situaciones de los linderos con deficiencias en las construcción, muchas veces desconocidas por sus mismos habitantes, las obras clandestinas, en general resueltas en condiciones de confiabilidad discutible y las construcciones con escaso o nulo mantenimiento que exponen deficiencias de todo tipo, particularmente en las instalaciones, generando pérdidas de líquidos en el terreno en las cercanías donde deben desarrollarse los trabajos de la nueva construcción.
Como se ve hasta aquí, el grado de incertidumbre con que muchas veces quedan planteados los trabajos a desarrollar en un predio dista generosamente de la precisión de la información que se requiere para plantear y luego resolver el diseño y los procesos constructivos adecuados para transitar esta etapa de los trabajos con suficiente seguridad.
Superada esa instancia de alguna manera, se plantea un problema adicional, en general las excavaciones en un predio requieren soportes transversales al plano vertical de corte de la excavación y la manera más segura y rápida la constituyen los anclajes instalados dentro de predio lindero. La rapidez en realizar este tipo de trabajos es fundamental. Sin embargo esto requiere de un pedido y autorización tanto a los linderos, como al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para el caso de la línea de frente. Los linderos, seguramente por desconocimiento de los atributos de esta técnica, en general se oponen a aceptar esta posibilidad. En ocasiones los trabajos se realizan sin autorización de los linderos, por lo que una técnica que favorece la seguridad de la construcción y consecuentemente a la estabilidad de la construcción lindera resulta utilizada en forma ilegal.
Todo este cuadro de situación hace que el punto de partida de profesionales y empresas que se presumen competentes tengan un verdadero escollo para poder encarar los trabajos de excavación y construcción de cimientos en un contexto adecuado.
La competencia e idoneidad en este tipo de trabajos es también un tema que requiere atención. En mi entender, la complejidad, los riesgos y las condiciones tan poco propicias para desarrollar este tipo de trabajos hacen necesaria una formación específica al respecto. Las Asociaciones Profesionales y las Universidades deben recoger este guante y ofrecer la posibilidad de profundizar los conocimientos en estos temas y los profesionales que actúen ellas prestarse a recibirlas.  Mucho se habla de las inspecciones, porque se hacen poco o porque no se hacen, en la discusión hay que incluir quiénes las hacen y con qué capacitación técnica. Ellos no deberían estar excluidos de una capacitación técnica específica.
Como se dijo al principio, es un problema muy complejo, que supera largamente una inspección o una nueva disposición reglamentaria. Los problemas complejos, como este, planteado a partir del derrumbe en la calle Mendoza y reavivado con el colapso del edificio en la calle Bartolomé Mitre, requieren inevitablemente soluciones complejas y la actuación de varios partícipes.
Los puntos de partida para una solución de fondo deberían ser:
–Actualización y validación de los planos registrados de las obras existente y exigencias más estrictas en cuanto información y validez para las construcciones futuras.
–Disposiciones que faciliten el acceso a linderos para recabar información necesaria, con obligatoriedad de realizar los trabajos de mantenimiento cuya falta pueda incidir en la seguridad del proceso constructivo de la nueva edificación.
–Facilitar el empleo de anclajes en los predios lindero y en la línea municipal, con la condición de que sólo serán necesarios durante la etapa constructiva y cuya remoción ulterior sea sencilla y no afecte la estabilidad de la construcción o sus instalaciones.
–Actualización del cuerpo reglamentario, códigos, normas, etcétera, de manera de dejar claramente establecida la legalidad de los actos a desarrollar.
–Capacitación específica destinada a profesionales, representantes técnicos e inspectores, los que deberán cumplir durante la etapa de excavación, construcción de las fundaciones y los muros perimetrales permanencia en obra.
–Concientización de la población. Debe hacerse conocer que la ingeniería puede ofrecer confiabilidad sólo cuando parte de información amplia y verdadera. La colaboración del lindero es fundamental. La construcción de una obra es una molestia sin duda, pero el tema no se resuelve enfrentándose con quien la lleva a cabo si no a partir de la comprensión mutua de los problemas y encontrando juntos las mejores soluciones.  Al fin y al cabo, quieran o no, resultan ser socios de un muro medianero, que los separa, pero que no debería distanciarlos.
Sostener la situación actual de derivar la responsabilidad exclusivamente a los profesionales que actúan en las obras, es no querer ver el problema, o no entenderlo. Así no se soluciona, sólo se encuentran culpables de una situación que en general los supera por mucho en la posibilidad de poder resolverlos con la idoneidad que la sociedad con razón les exige.

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